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miércoles, 25 de abril de 2012

Cuando ellos dicen no, pero ellas dicen sí



En las elecciones tal vez veremos cuán diferente opinan ellas y ellos
Escrito por: RAFAEL ACEVEDO.
No es difícil imaginar cuál puede ser el destino de un país en el que los hombres y las mujeres tienen grandes diferencias de opinión en cuanto a asuntos fundamentales, tanto en las cuestiones públicas como en las privadas. No por vivir bajo el mismo techo y por tener hijos comunes, y ni aún por tenerse afecto recíproco o tener frecuentes relaciones sexuales, el marido y la mujer tienen necesariamente criterios compartidos sobre lo que acontece dentro y fuera del hogar. Y eso puede ser raíz de grandes conflictos que afectan la evolución de un país, y de los cuales se ha dado muy poca cuenta.

El nivel de desacuerdo que sobre temas concretos suele haber en los hogares, pasa a menudo  inadvertido porque la mujer suele callar en su actitud y en su conducta pública, y suele asumirse que la opinión del marido es también la de ella. La discrepancia entre géneros resulta mucho mayor cuando se suman las opiniones de la gran cantidad de madres solteras, mujeres separadas, abandonadas, divorciadas, malqueridas,  descuidadas o “mal atendidas”; que en conjunto vendrían a    constituir la opinión mayoritaria   de habitantes y electores.

Educadores y otros estudiosos dan cuenta del peligro de los hijos que están siendo formados y guiados más por la televisión y la internet que por padres y maestros. Pero  a falta de estudios sobre las desavenencias y disparidades de criterio entre padre y madre,  tan solo tenemos estadísticas de divorcio y de violencia contra la mujer.

Probablemente los maridos sepan muy poco acerca de quién educa o in-forma la mente de su mujer. Aun de aquellas que van a misa o leen la biblia.

Es probable que debido a la difusión y debate de estos problemas  en los medios de comunicación, y debido también a las acciones de organismos mundiales, militantes civilistas y feministas, las mujeres, aunque no se hayan asociado en movimientos cívicos ni en partido político alguno (aunque muchas lo hacen); en situaciones en donde, como en unas elecciones presidenciales, se les solicita enfáticamente su opinión o su voto, sea un momento clave de la vida comunitaria, tanto en sentido político como en temas familiares y personales.

Por siglos la mujer ha sido tratada en asuntos públicos como una “no-persona”, como un ser invisible no tomado en cuenta, como cuando los señores hablan en presencia de sus sirvientes, como si estos no existieran o fueran acaso prolongaciones desechables de sus propios egos. Probablemente muchos maridos se han acostumbrado a pensar de sus cónyuges como propiedad suya, carentes de opinión propia, especialmente en política.

(En la empresa encuestadora que dirijo, está absolutamente prohibido entrevistar a una mujer en presencia de su esposo, y hasta de un menor de edad, sobre cualquier tema).
En las próximas elecciones probablemente veremos cuán diferente opinan ellas y ellos. Y es probable que el voto femenino tenga mucho peso en cuanto a decidir quienes ganan. Algunos expertos electorales podrían reaccionar demasiado tarde.

Vìa:  http://www.hoy.com.do/

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