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jueves, 22 de marzo de 2012

La dictadura constitucional como bajadero moral

Pablo Mckinney | elnacional.com.do 

Es el tema de moda en la farándula político intelectual.


Hablo de la “dictadura constitucional” que, supuestamente, pretende instaurar en el país el profesor Leonel Fernández y el PLD.

En el caso dominicano, más que un argumento que podemos rastrear en el magistral prólogo escrito por Jean François Revel  a la obra “Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu”, de M. Joly, esto de “dictadura constitucional” nos parece más bien la unión de dos voluntades (como el besarse en cada farola porque “yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola”) para encontrar salida a un drama moral y humano.

Hablo de que el PRD -que viene bajando en las encuestas- ha entendido que en este tramo final de la campaña debe buscar los votos debajo de las piedras, incluidas las piedras que guardan los votos de profesionales bien informados y/o intelectuales autodenominados liberales, progresistas y/o izquierdistas democráticos, que sienten un gran rechazo por la forma en que a su juicio ejerce la política el profesor Fernández Reyna, aunque algunos bien que se han aprovechado de la “magnanimidad clientelista” del mandatario en actitudes que recuerdan a doña María Gargajos, aquella señora tan higiénica que lavaba con esmero los huevos antes de freírlos, pero escupía el sartén del aceite para verificar que estaba lo suficientemente caliente.

El drama estaba planteado: Los señores rechazan al PLD y su líder pero no lo suficiente como para apoyar públicamente la vuelta al Palacio Nacional de don Hipólito y sus muchachos, tan inquietos ellos. ¡Hagan memoria!

Es cuando se decide retomar esto de la “dictadura constitucional”, que en el caso dominicano se parece mucho a hablar de “inteligencia militar” en la época en que los guardias leían como quiera, o sea, una contradicción en los términos. Pero ahí está el concepto de gran utilidad para quienes no encontraban la manera de entregarse públicamente a los brazos “institucionales”, “democráticos”, “antitrujilllistas” y “respetuosos de mujeres y periodistas”, que la candidatura del ingeniero Mejía Domínguez representa.

Lo de la “dictadura constitucional” no es un argumento para el debate intelectual, sino un excelente bajadero moral para que unos señores puedan justificar y justificarse en su apoyo al ex presidente. 

Pocos periodistas han sido tan insistentes en sus críticas al gobierno del PLD como quien esto escribe, incluso en diálogos directos con el mandatario y algunos de sus funcionarios, pero así como las bicicletas son para el verano, los preservativos sólo son útiles para el sexo. Los chantajes (personales o mediáticos) sólo son buenos en el amor, y solo si nos conducen a santo fornicio, la “divina batalla de los cuerpos”, ¡ay!

Más que un argumento político-jurídico, esto de la  "dictadura constitucional" no pasa de ser un bajadero moral para consolar conciencias . Y el asunto es sencillo: No pueden rescatar una patria sus verdugos. No pueden resucitar un país sus sepultureros



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